Una flor crece en mi espalda.
y en cada pétalo un sueño tuyo.
sueño que imagino que es tuyo.
cada vez mas mío.
cada vez mas muerto.
Las raíces, tus dedos flacos
arañando el incólume corazón este
que rastras y restos de vos late.
Vos creces en mí.
y me habítas la sangre.
y te cobijas toda en el estraperlo digno que llamas sentires.
Mi estajanovísta yo te sigue regando.
Desnortado en tus ausencias léves.
Debe ser señal de bonhomía mía.
el que te ande cuidando de andar trasijada.
Y esque tras cualquiér circunloquio regreso a tí.
ya sin quererte amable.
solo queriendo el deleznable recuerdo tuyo.
Una flor marchita en mi espalda.
y cáda frúto que no dió me alimenta la dipsomanía.
gaznápiro yo al quererte.
y tu al dejárte querer inexoráble.
Sin el más ínfimo vestigio de aprecio.
me quíto la capa, el sombrero y todo.
para ver con mis anhelantes ojos y excecrables ganas.
que haces conmigo pleno.
Ingente, íngrimo y luctuoso.
Una flor muere en mi espalda.
En la metempsicosis en tí se halla.
y en el perentorio llamárte mío.
Mi poco pragmático latente cardiaco no quiere.
Nada si no es contigo.
Entre tu mirarme girondo
y mi responderte gélman:
El craso silencio abjura tu ausencia.
El indefectíble irte tuyo me inhuma las ganas.
Mi cuerpo jardín muere
y en mi espalda, ya nada florece.
xv
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